Al abordar aquí, a partir de numerosos testimonios, el tema tan delicado del divorcio, el autor recuerda el mensaje de amor y de verdad de la Iglesia frente a una situación siempre dolorosa. Este recuerdo tranquiliza a las almas en problemas a causa de una condición difícil.
Esta Carta a los divorciados evoca lo referente al perdón, la fidelidad, los hijos, los sufrimientos específicos de tal separación, a la luz de la Palabra de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia. Evoca también la participación en la mesa eucarística, y lo que la sabiduría divina indica en tal caso.
Estas páginas son una verdadera apertura a la misericordia, y sólo pueden manifestar la ternura divina hacia aquellos o aquellas que sufren por una separación que alcanza al corazón de Dios antes de que hiera al de la pareja.

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