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Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP
El testimonio paulino de la Maestra Tecla Merlo
En el Año de la Palabra que transcurre es muy necesario ahondar no solo en los acontecimientos y mensajes que las Sagradas Escrituras nos presentan, sino que también es preciso volver la mirada hacia los hombres y mujeres que se encuentran en la Biblia, que responden al llamado de Dios, que son instrumentos eficaces para llevar adelante la voluntad divina y, ya con Cristo, expandir el anuncio del Evangelio a todas las naciones. En cuanto a la mujer, urge valorar su rol trascendental en el plan salvífico, siendo la figura de María, la figura por excelencia. Entre el grupo de las mujeres discípulas, encontraremos a varias que acompañaban a Cristo en su anuncio del Reino, destacándose la misión de María Magdalena como “apóstol de los apóstoles”, la anunciadora de la resurrección.
Es loable también reconocer la presencia de muchas mujeres en torno a la misión de san Pablo: Lidia, Priscila, Junia, Febe y otras tantas. Los roles que desempeñaban en la comunidad primitiva, sobre todo en el anuncio de la Buena Noticia, son, sin duda, claves para los inicios del cristianismo. Y así, la mujer, a lo largo de la historia de la Iglesia, ha dado muestras de fortaleza, ternura e intrepidez sin igual. Para muestra, las mujeres que con su perseverancia, aún sostienen muchas de nuestras parroquias, comunidades y misiones, entre ellas, laicas y consagradas.
En la Familia Paulina, fundada toda ella por el beato Santiago Alberione, resplandecen muchas mujeres apóstoles que, fieles al Fundador, lo dieron todo por el Evangelio. En ese grupo numeroso, y tantas veces anónimo, sobresale la persona de la Venerable Tecla Merlo, Primera Maestra de las Hijas de San Pablo (Paulinas), cuya misión, junto con los Paulinos, es la de evangelizar con los medios de comunicación.
Teresa Merlo, una sencilla joven modista del norte italiano, se encontró a los 21 años con el Padre Alberione. En ese encuentro decisivo, aquella muchacha que, por problemas de salud no había podido ser religiosa, se sumó al proyecto que aquel hombre de Dios le proponía. Así, en junio de 1915, se dio inicio, junto con otras compañeras, a la Pía Sociedad de Hijas de San Pablo y, al hacer los votos religiosos, se le impuso el nombre de Tecla, como el de una de las más fieles colaboradoras de san Pablo, según un libro apócrifo.
Con los inicios de la fundación, vendrían los desafíos: religiosas que recorrieran el mundo llevando la Biblia puerta a puerta, imprimiendo y ofreciendo libros, sorteando más de un avatar para dar a conocer el Evangelio, “hablando de todo cristianamente”. Vendrían también las críticas: religiosas que trabajaban, que vendían libros, que eran muy “de avanzada” para su tiempo. Tecla y sus hermanas sabían que eran tiempos nuevos, que había que ofrecerle a la Iglesia nuevos medios para proclamar la Buena Noticia, y para ello, debían evangelizar nuevos espacios: las ciudades, la cultura, el mundo editorial.
Como una de las personas de confianza del Padre Alberione, Maestra Tecla fue también pieza clave en la fundación de las posteriores congregaciones de la Familia, así también fue una madre incondicional para los paulinos que acudían a ella para los gastos de la misión; su corazón maternal y de mujer sabia, les ayudaba a proveerse de lo necesario… ¡Eran los tiempos de la Providencia!
Como primera Superiora general le vendrían los viajes por todo el mundo, las fundaciones en países que nunca imaginó, las cartas de sus hijas espirituales, etc.. Su versatilidad al frente de la misión, bien era avalada por una de sus frases más recordadas: “Prestemos los pies al Evangelio: que corra y se extienda. Quisiera tener mil vidas para dedicarlas a este noble apostolado”.
A la muerte de la Maestra Tecla (1964), ya habían sido fundadas una gran cantidad de casas de Paulinas alrededor del mundo, y su legado, en sinodalidad con el del Padre Alberione, dieron, están dando y seguirán dando los frutos que Dios quiera conceder.
Hoy, en todos los países donde están nuestras hermanas Paulinas, en la entrega valiente y esforzada de estas mujeres consagradas, sigue resonando la voz de Maestra Tecla, es la Buena Noticia en la voz de una mujer: por ellas, una oración.