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Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP
El alegre diciembre ha llegado, las calles en Asunción se van engalanando tal cual me lo habían dicho desde marzo que llegué al país. Ya veo las sandías, los pesebres por todos lados, yo mismo me fui a Areguá con un amigo a conseguir algunas imágenes... ¡Paraguay colorido y lleno de aromas navideños! Pero no puedo pasar por alto que para muchos diciembre no es un mes sencillo, porque durante el año se han vivido cosas inesperadas, partidas, rupturas, hechos que ponen en jaque la vida, incluso la fe... Todo se torna inusual, distinto.
Hoy te invito y me invito a que en nuestra alegría de diciembre, tengamos en cuenta los rostros y el dolor de nuestros hermanos y hermanas paraguayos a los que les costará vivir estas fiestas, los que se sentirán aturdidos mientras la euforia de los mbokavichos esté en su punto.
- Para aquellos que perdieron a un ser querido, víctima de una larga enfermedad;
- para los que no pudieron ver llegar a casa, como todos los días, a aquel/aquella familiar que murió en un accidente;
- para los que no se pudieron reconciliar y les sorprendió la muerte;
- para los chicos que vieron a sus padres separarse;
- para las mujeres a las que se les interrumpió la vida por un machismo incrustado en nuestras culturas;
- para los niños que no pudieron nacer;
- para los hermanos que tuvieron que venirse del Chaco porque les quitaron sus tierras...
- para los que fueron discriminados, a los que se les señaló y marcó por no "amoldarse a la sociedad";
- para los que se les inundó la casa y no tienen donde vivir;
- para los que se le echó a perder la cosecha de tomate que con tanto trabajo cultivaron;
- para los que les es difícil vender los locotes en la Félix Bogado;
Imaginar a todos estos hermanos, y, con nuestra solidaridad orante y actuante poder decirles: "¡Gloria a Dios y paz para vos, amado/a por Él".
Hay "diciembres inusuales", diciembres en los que no se pudo concretar la cena navideña, donde no hubo aguinaldo ni canasta; donde no sonó el corcho de la sidra ni llegó el pan dulce; diciembres de cambios de planes, difíciles, con pocas ganas de celebrar.
Pero no podemos olvidar que, en un diciembre muy inusual, en el frío invierno, floreció un retoño; en la noche más oscura, a un Pueblo una luz les brilló: Jesús.