Por: Silvio Salinas, seminarista vicentino

Desde su humildad y sencillez, su juventud y sus miedos, Ella, María, supo abandonarse en Dios, con un Sí, un Sí lleno de temor, pero aún más lleno de amor. Amor que se ha hecho Medalla, pues por el pedido de esta joven María, (hecha a una joven Hija de la Caridad, Catalina Labouré), se ha acuñado una pequeña medalla, con la tierna promesa de que quien la llevase sería colmado con las gracias de Dios, por intercesión de María.

Esta medalla pronto ha recibido de parte del pueblo de Dios el título de “Medalla Milagrosa”. Es signo del amor de Madre que cuida de sus hijos, que trae consigo compromisos, esperando una respuesta en el hoy de nuestra historia, y nos anima a responder con un Sí que nos lleve a darnos con amor y confianza al hermano que más necesita, ¡Ser joven no es un obstáculo!

Tomemos a María como ejemplo de servicio y humildad desde su juventud. lancémonos a vivir nuestra juventud en el servicio, un servicio de amor con el pobre que clama ante la indiferencia de muchos, y que nuestra juventud no sea excusa para dejar que personas sigan muriendo por falta de pan y un abrazo, y no olvidemos de suplicar a nuestra Madre e intercesora: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos”.