Por: Pbro. Augusto Salcedo

[Resumen y adaptación del libro “El Año litúrgico: Memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia”, de Jesús Castellano - CPL, Centre Pastoral Litúrgica, Barcelona 1994⁹. Páginas 253-268].

El misterio del Señor tiene su raíz en la Pascua y llena todos los días del Año litúrgico, especialmente el domingo, la Pascua semanal. Fuera de los tiempos fuertes (Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua) los otros días que completan el ciclo del Año litúrgico dan lugar a un nuevo espacio celebrativo que se llama “Tiempo Ordinario” o “Tiempo durante el Año”. Es un tiempo en el que Cristo se hace presente y guía a su Iglesia por los caminos del mundo.

El tiempo en cuanto tal siempre ha resultado llamativo para el hombre en sí. La presencia de Cristo nos ayuda a dar este salto en la desmitificación del tiempo “que vuela”, que pasa sin más (el "kronos“) para que en la normalidad del tiempo irrumpa el “kairós”, la salvación, que reúne todo su sentido en el día domingo y en la semana que se desprende de él. Pues es importante aseverar que le domingo es el primer día de la semana, el Día del Señor, tiempo de resurrección, pascua semanal. Así evitar el error de considerar que el domingo es sólo un fin de semana “sin Dios”. La semana del cristiano tiene sentido a partir del domingo. Y todo el año gira en torno a la celebración de la Vigilia Pascual. ¡El tiempo es del Señor!