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Por: P. Domenico Soliman, SSP
“Dios ve el corazón y en san José ha reconocido un corazón de padre, capaz de dar y generar vida en la cotidianeidad. A esto tienden las vocaciones, a generar y regenerar vida cada día. El Señor desea plasmar corazones de padres, corazones de madres, corazones abiertos, capaces de grandes saltos, generosos para donarse, compasivos para consolar las ansiedades y firme para reforzar las esperanzas”. Palabras del papa Francisco, escritas para la 58° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que celebraremos el próximo domingo 25 de abril, IV de Pascual centrado sobre la figura de san José.
Conociendo a san José podemos justamente decir que su vocación, y cada vocación, es de por sí una cuestión de paternidad. Dios ve el corazón de san José capaz de generar, en el sentido de ocuparse de la vida, de María y de Jesús, del trabajo cotidiano… No es un modo de decir, sino de ser.
Si miramos nuestra experiencia, nos damos cuenta de que la llamada a ser parte de la Familia Paulina se debe a alguien que nos ha “engendrado”, a quien ha cuidado de nosotros y de la llamada de Dios. Los modos y las situaciones son muchas: un encuentro en una parroquia, en la librería, a través de nuestra revista o la web… Pero siempre alguno se ha hecho cargo de nosotros.
El joven Padre Santiago Alberione ha hecho así con los primeros paulinos y paulinas, con Timoteo Giaccardo, con Tecla Merlo y tantos otros. Hoy se repite la misma dinámica. Es el caso de nuestros jóvenes de Vietnam, que actualmente forman parte de la Provincia de Japón; alguien se hace cargo de ellos y la semilla de la vida paulina ha comenzado a dar fruto. Esto vale también para nuestro aspirante chino, ya presbítero, a decir verdad, que a través de las junioras de las Hijas de San Pablo de Taipei (Taiwán) ha conocido nuestra misión y ahora se encuentra en la comunidad de Cinisello Balsamo. Nuestras hermanas paulinas lo han acompañado, le han hecho conocer la espiritualidad y la misión paulina… han gastado su tiempo en él, han “generado y regenerado vida cada día”.
Pensar en nuestra misión también de esta manera llena de significado aquello que vivimos El Señor nos llama para generar vida, vida que se comunica de muchos modos, con el testimonio, con nuestro rostro, con un gesto, en las redes digitales, escribiendo un libro o posteando una foto, ideando un programa radial o haciendo de la librería un centro de irradiación del Evangelio…
Nosotros no reclutamos jóvenes, ¡gracias al cielo! A nosotros el Señor nos confía la misión de engendrar y engendrar es acoger la vida y hacerse cargo de ella en todos sus aspectos: desde el “ven y verás” hasta la última llamada. Como san José.