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Lectura Orante
DOMINGO II DE ADVIENTO (Ciclo B)

Por: P. Denis Báez Romero, SDB

 

Queridos hermanos, para este II Domingo de Adviento, rezamos con el Evangelio según San Marcos 1, 1-8 

 

Invocación al Dios

Gracias, Dios Padre, por enviar a tu único Hijo para rescatarnos del pecado. Ayúdanos a ser agradecidos con nuestro Señor Jesús. Ayúdanos a preparar nuestro corazón para recibir a nuestro Salvador. Que el Señor Jesús nazca en cada corazón y nos renueve, a fin de que podamos vivir según tu santa voluntad. Amén

 

Análisis de contenido

Queridos amigos: nos encontramos en este itinerario de adviento, tratando de preparar el camino para la venida de nuestro Salvador. El Señor nacerá en nuestra historia y se manifestará en el pesebre de nuestro corazón. Por eso, estamos alegres al recibir del evangelista el anuncio de la Buena Noticia, que es Jesús.

Nos encontramos al inicio del Evangelio de Marcos, donde se nos presenta a Jesús mismo como la Buena Noticia, y donde Juan el Bautista proclama a “Jesús, el Cristo, Hijo de Dios” y anuncia la llegada del Mesías. El mensaje del Precursor es  “preparar el camino del Señor”, a pesar de que muchas veces existan obstáculos y los caminos sean tortuosos y difíciles de transitar, por la cerrazón de nuestro propio corazón.

La voz que grita en el desierto predicando la verdad es el Precursor, Juan el Bautista; y el que señala el camino para llegar a él es el mismo Cristo: “Voy a enviar a mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino”. El mensaje de Juan es un continuo anuncio de la llegada del Mesías, de que el Mesías viene a su pueblo: hay que preparar los corazones, a través de la conversión que pide el mensaje de la buena noticia que han recibido.

El evangelista, por una parte, nos invita continuamente a la conversión, “preparando el camino del Señor”. El Señor es el que viene, es compañero itinerante que camina con nosotros, que está con nosotros, pues se ha hecho uno de nosotros por su nacimiento de María. Dios quiere habitar con nosotros y quiere que nos preparemos a recibirlo con la conversión personal. Luego, la otra invitación a la conversión será: “Enderecen sus sendas”, cambien de vida, conviértanse, dejen su antigua vestidura: es una llamada al retorno continuo que implica la conversión.

Desde el desierto, Juan el Bautista predica el bautismo de conversión “para el perdón de los pecados”: esto significa un cambio de conducta. Y la condición que pide para recibir el bautismo es “confesar sus pecados”, arrepentirse y cambiar de vida: esto abre el corazón para recibir el perdón. Después de la confesión de los pecados, el signo que utiliza Juan es la inmersión en el agua: “Eran bautizados por él en el río Jordán”; es un sumergirse en el pasado para emerger a la vida nueva.

El evangelista pone en evidencia la relación que existe entre Juan el Bautista y Jesús. Juan no es el protagonista: por eso señala y anuncia dando testimonio de que “detrás de él viene uno que es más fuerte... y que bautizará con Espíritu Santo”. Jesús es el que posee el Espíritu en su plenitud. Es el que nos infunde un espíritu interior para darnos un espíritu nuevo, una nueva vida, con carismas para poder desarrollarla. Nos motiva a recibir a este Mesías que se acerca, invitándonos a agacharnos y servirle en los indefensos y en los que viven en la injusticia. Y a tener así una vida nueva.

 

Para vivir una vida cristiana auténtica y profunda

El anuncio de la conversión sigue latente en cada cristiano que escucha la invitación de Juan el Bautista. ¿asumo una actitud de escucha a la voz que me invita a la conversión?. ¿cómo puedo colaborar siendo precursor como el bautista? ¿cómo puedo describir la imagen que tengo de Jesús?