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Lectura Orante
Solemnidad de Cristo Rey

Por: P. Denis Báez Romero, SDB

 

Queridos hermanos, en la solemnidad de Cristo Rey, rezamos con el Evangelio según San Mateo 25, 31-46

 

Invocación al Espíritu Santo

Padre de bondad, que seamos siempre misericordiosos con nuestros hermanos que más necesitan de nuestra ayuda; que seamos servidores tuyos; que te veamos en los demás; que seamos alegres al servirte a través de los demás, para que así podamos un día recibir la herencia del Reino. Amén.

 

Análisis de contenido

Queridos amigos: Estamos en Jerusalén, en el Monte de los olivos. Jesús enseñaba a sus discípulos sobre el estar atentos y vigilantes, esperando su venida. Va finalizando nuestro camino del año litúrgico y en esta ocasión el tema de la Liturgia de la Palabra está centrado en la figura de Cristo Rey. En esta página del Evangelio que hemos escuchado, Mateo nos da la clave de interpretación de todo su escrito. Y nos explica que aquello que cuenta para descifrar esta clave es el actuar y el estar de parte de los más pobres, de los que necesitan, de los excluidos y de los marginados.

La Palabra de Cristo, el Rey que da la vida, que congrega a “todas las naciones”, a los ricos y a los pobres, a las “ovejas y a los cabritos”, establece una distinción clara. Las ovejas, por sus características, son obedientes y dóciles a la voz del pastor. Por el contrario, las cabras son huidizas, ariscas, y muchas veces hacen caso omiso a la llamada del pastor.

El comportamiento de los buenos pastores frente a sus rebaños se caracteriza por la dulzura. No así el de los falsos profetas, que dispersan, no se interesan por sus ovejas y las abandonan. El verdadero pastor es el que está comprometido con su rebaño, lo reúne de “derecha e izquierda”, es decir de todas partes. Tiene un cuidado, un esmero y un ardor especial por cada una de sus ovejas: si están heridas, las cura; las alimenta y les da agua para calmar la sed. El buen pastor, líder de la comunidad, cuida con celo del pueblo sufriente y le enseña a practicar las obras de misericordia.

El Rey, simbolizado en este relato en la figura del pastor, reconoce y valora las obras y acciones de misericordia realizadas por las personas más necesitadas. La pregunta de Jesús provoca maravilla: “¿Cuándo te socorrimos?”. La respuesta es: cuando estamos atentos a las necesidades de los demás. Y al socorrer estas necesidades, Jesús considera que esa ayuda ha sido hecha a su propia persona. La consecuencia de las obras de amor es la entrada en el Reino: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo”.

Por otro lado, ¿en base a qué cosa son juzgados aquellos que están a la izquierda del Rey? Principalmente, en base a las omisiones cometidas. El juicio se hace en base a las obras de misericordia hechas con “los más pequeños”. La actitud de benevolencia y caridad que se asume frente a los que necesitan, frente a los pobres, logra que aquellas personas que no han conocido nunca el Evangelio estén socorriendo al mismo Cristo. “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.

En la comunidad cristiana, “los hermanos, los más pequeños” están llamados a ser los privilegiados de nuestra atención: si por ellos hacemos un acto de amor, lo estamos haciendo por Jesús. Ellos son nuestros destinatarios. A ellos les corresponde ser formados por los pastores competentes en la escucha de la Palabra de Dios, en la formación cristiana, en el ejercicio de las virtudes y en una actitud de misericordia hacia los que más necesitan.

 

Vivencia cotidiana

En nuestra vida cotidiana, como creyentes, seremos juzgados por las acciones solidarias que hemos realizado a favor del más necesitado. ¿Qué gestos humanos hacemos para ayudar al que necesita? El rostro de Jesús se manifiesta en nuestros hermanos carenciados: ¿somos capaces de ayudarlos con gestos concretos?