Por: P. Fernando Teseyra, SSP

El principio de la fe que mueve el trabajo evangelizador de los Paulinos es el de la encarnación de la Palabra de Dios: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre noso­tros” (Jn 1,14). La comunicación pastoral que desarrollamos tiene como objetivo contribuir a que la Palabra tome cuerpo en la cultura de este pueblo paraguayo concreto, y es lo que anhelamos al publicar La liturgia cotidiana, cuya edición ha llegado al número cien. 

La palabra de Dios celebrada en la liturgia es otro modo de que la Palabra eterna del Padre se haga historia. Este es el objetivo de La liturgia cotidiana, por eso buscamos que sus páginas se impregnen de la vida de los paraguayos y no sea solo la reproducción anodina de un lenguaje costumbrista. Anhelamos, así, contribuir a la conversión pastoral de la Iglesia y la transformación de la sociedad con los valores del evangelio. 

Ese proyecto siempre está realizándose, porque vivimos en un continuo y nove­doso devenir. Por eso, los primeros cien números son una mirada hacia adelante, y es un largo camino por recorrer. La liturgia cotidiana dialoga, entonces, con la vida personal y de las comunidades porque no es una revista especializada en teología litúrgica, sino que combina, según la tradición eclesial latinoamericana historia, palabra, liturgia y catequesis. 

Augusto Roa Bastos, en uno de sus céle­bres aforismos expresaba: “Los mayores acontecimientos tienen a veces orígenes muy modestos y hasta ocultos”. Así fue con el Hijo de Dios que nació pobre entre los pobres, pero dignificó al ser huma­no para siempre. Así nació La liturgia cotidiana, con humildad, para ser vida en el pueblo de Dios que peregrina en Paraguay y esperamos construir juntos una gran historia.