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Por: P. Guillermo Cabello, SJ
El capítulo primero del libro del Génesis se erige como una fabulosa puerta de entrada no solo al Antiguo Testamento sino a toda la Biblia. El hecho de que esté al inicio mismo de toda la Biblia, y no en medio o al final de ella, nos revela el peso que tiene en la transmisión de la palabra de Dios y de quién y cómo es Él.
Este capítulo tiene como protagonista principal a Dios y la primera actividad que escuchamos de Él es que ha pronunciado PALABRAS DE CREACIÓN: ¡Sea la luz! Es su primerísima acción. Su PALABRA es creadora, dadora de vida, de orden y armonía. La creación va siendo progresivamente y ordenadamente convocada a la existencia por medio de su PALABRA. El caos y el desorden van siendo vencidos.
A lo largo del proceso de creación, Dios va constatando que todo lo creado es bueno: “Y vio Dios que era bueno” se afirma siete veces, es decir, su creación es perfecta, cada cosa tiene su lugar y hay un orden perfecto en el movimiento del tiempo.
La PALABRA no solo crea cosas sino que también crea relaciones, relaciones de armonía. Cuando Dios hace al hombre dice: “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Dios no es un dios egoísta, celoso de su poder y posición, que se reserva a sí mismo, sino que comparte con el hombre de lo que Él mismo es. Dios establece así las bases de una relación con el hombre basada en el modo de ser mismo de Él, es decir, en el de ser un Dios que sale de sí mismo y tiende puentes.
Que Dios cree al hombre a su imagen y semejanza lo hace especial frente a las otras criaturas pero no lo pone en un pedestal por encima de ellas. Esto está expresado por el hecho de que la creación del hombre no ocurre en un día especial, diferente, sino que al sexto día, el mismo día que Dios hace a otros seres también crea al hombre, no en un día solo para él.
La relación es de Dios con el hombre, pero también de este con los otros seres y hasta tal punto es una relación de armonía que ninguno debe matar para comer ya que a todos Dios provee para su sustento.
Cuando Dios ordena al hombre a que domine y someta toda la tierra, el hombre lo tiene que hacer desde su ser imagen y semejanza de Dios, es decir desde el modo de pensar del Dios que crea, da vida, provee de alimentos y se da a sí mismo. Además, hay que recordar que Gen 1 está marcado por la visión de un cosmos que está bien ordenado y en perfecto equilibrio. La tarea del hombre es por tanto cuidarlo.