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Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP
En los próximos días, el papa Francisco presentará su tercera encíclica, la cual aborda la fraternidad universal. El mensaje del Papa, escrutando los signos de los tiempos en medio de la pandemia, nos invita a la reflexión, al discernimiento y a la esperanzadora visión de un horizonte mejor, pero juntos, como humanidad. Él mismo nos ha dado una clave crucial: “Un virus que no conoce barreras, fronteras o distinciones culturales y políticas debe ser afrontado con un amor sin barreras, fronteras o distinciones”.
San Francisco, “el pobre de Asís”, entendió ya la fraternidad universal y la puso en práctica, siendo capaz de reconocer en el otro al hermano. Así abrazó a todos, sin distinción. Hoy, este mismo santo nos anima a dejarnos interpelar e iluminar por la Palabra, para que, unidos, busquemos una genuina normalidad, en la que esta fraternidad se haga realidad, comenzando por casa.
Entendieron la fraternidad universal el médico y los enfermeros, los agentes policiales y los bomberos; los sacerdotes con sus colaboradores en cada comunidad: todos aquellos que día a día construyen la patria, se ponen al servicio de sus hermanos, aun a costa de la propia vida.
Sean benditos los que han captado de la belleza del evangelio, la verdad honda de la fraternidad universal, no callándose ante la injusticia, haciéndose cercanos, en medio de la distancia social. Sean benditos los que comprenden que no habrá verdadero amor por la creación, si primero no transformamos nuestros vínculos con la fuerza de la Palabra de Dios. Sean benditos aquellos que siembran esperanza, que saben pedir perdón y desear la paz y el bien desde lo profundo del corazón.
San Francisco interceda por todos.