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Por: Hna. Neide Araujo, Hija de la Caridad
Esta soy yo, mi realidad, mi mundo, mi presente.
Soy silencio, soy calma, soy vida,
esa que camina entre la gente en la terminal de ómnibus,
buscando ser vista y amada.
Soy yo, mis ojos ven a tanta gente cruzar,
tantas vidas entrelazadas por la magia encantadora,
con solo deslizar el dedo se transportan al espacio vacío, distante de todo.
Soy yo, una niña pobre, indígena, sin hogar, sin familia, viviendo sola, a la deriva.
Busco tu consideración, es de día y te puedo ver,
y me puedes ver, estoy entre ustedes, con ustedes.
¿Qué pasa que no me ves, que no me ven?
¿Qué pasa que no me hablan?
sigo aquí, el tiempo es mi aliado,
respiro, estoy viva, cierro los ojos y me quedo dormida.
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”
(Salmo 90)
Paso lentamente las horas, está oscureciendo;
me despierto del sueño profundo
y entro en la sombra que me envuelve y me engulle.
Pasaron días, meses, años y sigo aquí, contando a la gente que pasa,
diseñando en la mente un mañana mejor, con amigos, familia y hogar.
Únete al tiempo y sé mi aliado.
Yo permanezco aquí en la sombra, en silencio.
*En homenaje a Francisca, la pequeña hermana indígena, que perdió la vida a manos de homicidas, cerca de la Terminal de Asunción.