Noticias

Editorial
AYUNAR A LA LUZ DE CRISTO

Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP

En el tiempo de Cuaresma que hemos iniciado, el ayuno encuentra un lugar privilegiado. Muchas veces bien entendido, otras veces muy malinterpretado, el ayuno es una práctica, una actitud de vida que encuentra en Jesús al modelo de quien ayuna, es decir, de quien, sabiendo desapegarse de todo, opta por la voluntad del Padre, el amor por los suyos.

Desde antiguo y no solo en el mundo cristiano, el ayuno ofrece una experiencia de liberación y desapego. Sin embargo, a la luz de Cristo, esto adquiere nuevas connotaciones: somos libres para abrir el oído a la Palabra de Dios; para poder percibir su presencia, para abrazar su cuerpo herido, pobre y solitario.

Abiertos a la Palabra, abrimos el oído a lo esencial, a cuanto Dios nos dice cada día, a su voluntad. La Palabra de Dios rezada, celebrada, y muchas veces silenciosa en el día a día, va penetrando de forma sinigual en quien sabe hacer silencio, vaciándose de palabras vanas, es el alimento verdadero para el camino.

Capaces de discernir, podremos encontrar a Jesús no solo en su presencia sacramental, sino también lo veremos en el prójimo, en los acontecimientos. Una persona que ayuna, sabrá discernir cuándo decir que no a los propios intereses, y así, ser un valeroso testigo de Cristo, un honrado ciudadano.

Dispuestos a abrazar el dolor del otro, su soledad, el sufrimiento ante tanta indiferencia, para darle consuelo. El ayuno no tendría sentido si en una sociedad, la muerte del más pequeño de sus habitantes, en una fría madrugada, no duele ni interpela. Sería tan solo ensimismamiento.  

Que la intercesión de san José, hombre de silencio activo y dócil a la voluntad divina, nos acompañe durante este mes.