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Por: Pbro. Lic. Jesús Antonio Weisensee H.
En pleno año de la Palabra de Dios, después de haber celebrado por primera vez el DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS, ahora la liturgia nos invita a celebrar el hecho redentor de la cruz, que en sí viene a plantear aspectos constitutivos de la vida, como son la injusticia, la mentira, el engaño, la traición, el sufrimiento, la muerte. Estos aspectos que hacen parte de nuestro diario vivir fueron lo que el Señor Jesús tuvo que experimentar, dejándonos su testimonio, su actitud y su disposición para ayudarnos a SABER VIVIR a la luz de su vida, según el querer del Padre. Es así que, tanto la cuaresma y en especial la Semana Santa, son tiempos de aprendizaje, para poder asumir el estilo de vida que el Señor nos ha dejado en su Palabra escrita y así entrar en la dinámica del proyecto del Señor.
Celebrar, reflexionar, interiorizar lo que el Señor vivió y nos heredó, son propuestas para asumir y que requieren, de nuestra parte, conciencia plena, pues lo que celebramos no son ritos, sino actitudes que las debemos integrar, queriendo identificarnos con el Señor, para vivir y actualizar lo que Él ha hecho. En esta perspectiva lo que nos transmite el Señor en las Escrituras es lo que la Iglesia celebra en la Liturgia y estos dos polos nos ayudan a encontrar lo que es propio, característico y esencial de ser cristianos y esto sigue siendo novedad vital en nuestra sociedad.
De esta manera, para nosotros que buscamos al Señor y lo seguimos, aprender de su actitud de entrega total se vuelve un proyecto absolutamente actual y siempre novedoso, ya que todas las situaciones que nos tocan vivir son el ámbito propicio para anunciar-viviendo, manifestar-transmitiendo, comunicar-testimoniando, lo que la Iglesia nos propone en este tiempo de Cuaresma-Semana Santa-Pascua.
La Palabra de Dios, que siempre es viva y eficaz, actual y transformadora, vivencial y renovadora, indefectiblemente nos lleva al Señor. Es a Él al que buscamos, y así su Palabra escrita es un medio, para encontrar al Señor y de esa manera dejarnos transformar por Él. Por eso, de manera especial en este tiempo fuerte y especial que nos propone la Iglesia es imprescindible redoblar nuestra búsqueda, esforzarnos a encontrar al Señor, para aprender de Él y así vivir como Él, de tal forma que eso, se vuelva encuentro y ese encuentro genere en nosotros un proceso cada vez más dinámico y vivencial, transformador y revitalizante.
En sí, tanto la Palabra de Dios, como todo lo que la Iglesia nos propone en la Liturgia, están en función de la vida: es celebrar lo que creemos, pues nuestra fe no es teoría ni información, sino que es adhesión vivencial a una persona, que nos dejó su vida para que nosotros lo imitemos y vivamos como Él. De ahí la necesidad de que todo lo que conozcamos y celebremos tenga eco en nuestra manera de ser y de actuar, para que nuestra adhesión al Señor, sea algo que transforme y vivifique, que nos haga testigos de su amor, buscando asumir su manera de ser y de actuar, viviendo como Él lo ha hecho. Sin duda, Cuaresma-Semana Santa-Pascua es el todo de un proyecto vivido que debe ser actualizado y anunciado.
Pbro. Lic. Jesús Antonio Weisensee H. - Coordinador General de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) para Latinoamérica y el Caribe