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Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP
Ha llegado el tiempo cuaresmal, el color morado se ve por muchas partes: las iglesias, las publicaciones, etc. Comienzan a leerse por todos lados los mensajes cuaresmales invitando a la penitencia, al arrepentimiento, mirando la cruz. En medio de todo ello, en esta ocasión te propongo meditemos nuestro ser pueblo de Dios, así como el pueblo de Israel, elegido por el Señor, caminando una larga travesía hacia la tierra prometida. En ese trayecto hubo de todo: infidelidades, idolatrías, caídas, levantadas y en medio de todo la acción de Dios, su paciencia, su misericordia. Pensando en qué lectura acompañaría mi Cuaresma, me quedé con esta, propuesta por la Liturgia, para la Misa opcional del lunes de la IV semana de Cuaresma:
"Yo aguardo al Señor, espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará! Si he caído, me levantaré; si habito en las tinieblas, el Señor es mi luz. Tengo que soportar la ira del Señor, porque he pecado contra Él, hasta que Él juzgue mi causa y me haga justicia. Él me hará salir a la luz y yo contemplaré su justicia". (Miqueas 7, 7-9)
Sin duda nos encontramos ante un momento difícil vivido por el autor bíblico, pero a pesar de todo, aún levanta la mirada al Cielo, confía, se abandona en la justicia de Dios, que es misericordia infinita. He allí la dinámica cuaresmal, en medio de nuestra vida, tantas veces alejada de Dios, aún podemos levantar la mirada, nuestra nostalgia de Dios nos impulsa a confiar… Es esta la dinámica de las lecturas que durante el tiempo cuaresmal acompañarán la liturgia día a día, y proclamada y escuchada en comunidad, llegan a nosotros con toda su fuerza, belleza y poder… ¡Bendito y feliz tiempo cuaresmal!
Conversamos sobre la Cuaresma
Si para celebrar el misterio de la Navidad, la liturgia nos invita a vivir el tiempo de Adviento, es ahora el tiempo de Cuaresma el que nos prepara para la Pascua y forma parte del todo llamado Ciclo Pascual, teniendo como punto culminante la celebración del Triduo Pascual, pasión, muerte y resurrección del Señor.
A diferencia del Tiempo de Adviento, que en medio de signos austeros y también festivos, nos ilusiona con la llegada del Señor, en la Cuaresma nos ponemos en camino en medio de un desierto, imitando al pueblo elegido que caminó 40 años para llegar a la tierra prometida, a Jesús mismo que por 40 días se retiró al desierto para preparar su ministerio público, siempre bajo la guía del Espíritu Santo.
Sin embargo, la austeridad de la Cuaresma no le resta belleza a este tiempo en el que somos invitados a ver lo realmente esencial, y, mediante una práctica ascética, de trabajo personal y comunitario, propiciar el reencuentro y la reconciliación con Dios, con los hermanos, con nosotros mismos a la luz de la Cruz de Cristo.
Un diálogo de amor
Es el momento propicio, el hombre ha roto con Dios, el vínculo está quebrado, sin posibilidades de volver a lo de antes. Sin embargo, a lo largo de la historia, de nuestra historia, hemos venido anhelando el momento de volver a estar juntos, nos hemos buscado, nos hemos invocado. A lo largo de la Cuaresma seremos testigos de una búsqueda mutua de dos que se quieren; pero uno no puede solo, la iniciativa parte del Otro.
Las antífonas nos dan la clave
Ese diálogo de amor, expresado en cada una de las celebraciones, se condensa en las antífonas de entrada, que el sacerdote puede recitar al comenzar la Misa. Apreciémoslas:
- “Me invocará y lo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré; le haré gozar de una larga vida”. (Domingo I de Cuaresma)
- “Mi corazón sabe que dijiste: busquen mi rostro. Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí”. (Domingo II de Cuaresma)
- “Mis ojos están fijos en el Señor, porque él sacará mis pies de la trampa. Mírame y ten piedad de mí, Señor, porque estoy solo y afligido”. (Domingo III de Cuaresma)
- “Alégrese Jerusalén, y que se congreguen cuantos la aman. Compartan su alegría los que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad”. (Domingo IV de Cuaresma)
- “Hazme justicia, Señor, y defiende mi causa contra la gente sin piedad: líbrame del hombre falso y perverso, Señor, porque tú eres mi Dios, mi fortaleza”. (Domingo V de Cuaresma)
- Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. “Hosanna en las alturas”. (Domingo de Ramos)
Palabra y Liturgia
La Iglesia, Madre y Maestra, mediante la liturgia nos instruye al mismo tiempo que nos invita a orar con insistencia, con mayor razón en la celebración eucarística. Así, en la Mesa de la Palabra, donde, proclamada, esa Misma Palabra llega a nuestras vidas para iluminarlas, reanimarlas, consolarlas, prepararlas, recordarles el amor de Dios por los hombres manifiestado de modo elocuente en la entrega de Cristo Jesús en la cruz.
A través de una bien pensada distribución de las lecturas, todas ellas están de una u otra manera articuladas entre sí, de tal manera que existe unidad en todo el conjunto y esa misma unidad nos va conduciendo a modo de catequesis, de herencia que se enseña de generación en generación, de la misma voz de Cristo presente en la Palabra proclamada.
Mediante los ciclos de lectura: A, B y C y el leccionario ferial para el Tiempo de Cuaresma, podremos entonces encontrarnos con una bellísima hilación de temas que intentaremos compartir a continuación.
CICLO A: Itinerario bautismal
Domingo I de Cuaresma: Las tentaciones del Señor
Génesis 2,7-9; 3,1-7 - Creación y pecado de los primeros padres
Salmo 50 - Misericordia, Señor: hemos pecado.
Romanos 5,12-19 - Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mateo 4,1-11 - Jesús ayuna cuarenta días y es tentado
Domingo II de Cuaresma: La Transfiguración en el Tabor
Génesis 12,1-4a - Vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios
Salmo 32 - Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
2Timoteo 1,8b-10 - Dios nos llama y nos ilumina
Mateo 17,1-9 - Su rostro resplandecía como el sol
Domingo III de Cuaresma: El encuentro con la Samaritana
Éxodo 17,3-7 - Danos agua de beber
Salmo 94 - Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan el corazón."
Romanos 5, 1-2.5-8 - El amor ha sido derramado en nosotros con el Espíritu que se nos ha dado
Juan 4,5-42 - Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna
Domingo IV de Cuaresma (Laetare): El encuentro con el ciego de nacimiento
1Samuel 16,1b.6-7.10-13a - David es ungido rey de Israel
Salmo 22 - El señor es mi pastor, nada me falta.
Efesios 5,8-14 - Levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz
Juan 9,1-41 - Fue, se lavó, y volvió con vista
Domingo V de Cuaresma (de Pasión): La revivificación de Lázaro
Ezequiel 37,12-14 - Les infundiré, mi espíritu, y vivirán
Salmo 129 - Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Romanos 8,8-11 - El espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes
Juan 11,1-45 - Yo soy la resurrección y la vida
CICLO B: Itinerario de la cruz
Domingo I de Cuaresma: Las tentaciones del Señor
Génesis 9,8-15 - El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio
Salmo 24 - Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
1Pedro 3,18-22 - Actualmente les salva el bautismo
Marcos 1,12-15 - Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían
Domingo II de Cuaresma: La Transfiguración en el Tabor
Génesis 22,1-2.9-13.15-18 - El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
Salmo 115 - Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Romanos 8,31b-34 - Dios no perdonó a su propio Hijo
Marcos 9,2-10 - Éste es mi Hijo amado
Domingo III de Cuaresma: La profecía de la destrucción del Templo
Éxodo 20,1-17 - La Ley se dio por medio de Moisés
Salmo 18 - Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
1Corintios 1,22-25 - Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero, para los llamados, sabiduría de Dios
Juan 2,13-25 - Destruid este templo, y en tres días lo levantaré
Domingo IV de Cuaresma (Laetare): Cristo exaltado en la Cruz por amor y para salvación de muchos.
2Crónicas 36,14-16.19-23 - La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la deportación y en la liberación del pueblo
Salmo 136 - Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Efesios 2,4-10 - Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo
Juan 3,14-21 - Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él
Domingo V de Cuaresma (de Pasión): La parábola del grano de trigo
Jeremías 31,31-34 - Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados
Salmo 50 - Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Hebreos 5,7-9 - Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna
Juan 12,20-33 - Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto
CICLO C: Itinerario de la misericordia
Domingo I de Cuaresma: Las tentaciones del Señor
Deuteronomio 26, 4-10 - Profesión de fe del pueblo escogido
Salmo 90 - Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Romanos 10, 8-13 - Profesión de fe del que cree en Jesucristo
Lucas 4, 1-13 - El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado
Domingo II de Cuaresma: La Transfiguración en el Tabor
Génesis 15, 5-12. 17-18 - Dios hace alianza con Abrahán, el creyente
Salmo 26- El Señor es mi luz y mi salvación.
Filipenses 3, 20-4, 1 - Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso
Lucas 9, 28b-36 - Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió
Domingo III de Cuaresma: El llamado a la Conversión
Éxodo 3, 1-8a. 13-15 - "Yo soy" me envía a ustedes
Salmo 102 - El Señor es compasivo y misericordioso.
1Corintios 10, 1-6. 10-12 - La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro
Lucas 13, 1-9 - Si no se convierten, todos perecerán de la misma manera
Domingo IV de Cuaresma (Laetare): La parábola del Padre Misericordioso
Josué 5, 9a. 10-12 - El pueblo de Dios celebra la Pascua, después de entrar en la tierra prometida
Salmo 33 - Gusten y vean qué bueno es el Señor.
2Corintios 5, 17-21 - Dios, por medio de Cristo, nos reconcilió consigo
Lucas 15, 1-3. 11-32 - "Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido"
Domingo V de Cuaresma (de Pasión): Jesús perdona a la mujer adúltera
Isaías 43, 16-21 - Miren que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo
Salmo 125 - El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Filipenses 3, 8-14 - Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte
Juan 8, 1-11 - El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra
La Catequesis Cuaresmal de los días feriales
El leccionario ferial presenta "los diversos temas propios de las catequesis cuaresmales" (Ordo Lectionis Missae, OLM 98) y es muy variado.
- Semana después de ceniza: aparece la invitación a la conversión interior, al ayuno espiritual, a la fraternidad.
- Primera semana: invitación insistente a la conversión, la eficacia de la Palabra, el amor al prójimo.
- Segunda semana: el perdón de los pecados, los verdaderos valores, el anuncio de la pasión.
- Tercera semana: escuchar al Dios único, la curación obra de Dios, el perdón de Dios y el perdón recíproco, el culto espiritual.
- Cuarta semana: la renovación que Dios ejecuta (cielos y tierra nuevos, aguas sanadoras, curación del paralítico...), la alianza, la incredulidad y tentativas de matar a Jesús.
- Quinta semana: el perdón del Señor que salva (Susana, la adúltera, la serpiente de bronce, los jóvenes en el horno, Jeremías...), el anuncio de la pasión de Jesús y figuras típicas, la pasión de Jesús para salvar y reunir los hijos de Israel dispersos.
- Sexta semana o Semana santa: el Siervo sufriente de YHWH.
En las dos últimas semanas se hace la lectura semi-continua de Jn 4-11. Se presenta el itinerario o subida de Jesús a Jerusalén, su autorrevelación como Hijo de Dios y la creciente oposición de los judíos hasta su decisión de matarlo.
A través de la Palabra se nos presentarán muchas actitudes de hombres y mujeres del Pueblo de Dios, muchos de ellos dijeron que no; otros dirán que sí, ¿Podremos decirle al Señor que somos de su pueblo y que lo seguiremos hasta las últimas consecuencias?
Llegamos así a la Semana Santa, para vivir los momentos dramáticos de la entrega total de Jesús, sintetizada en ocho días, teniendo como momento culminante el Santo Triduo Pascual. Alguien de los dos tenía que dar el primer paso, ¿Damos nosotros el segundo? Pidamos a nuestra Madre, junto a la Cruz, su intercesión para caminar:
María junto a la Cruz,
Madre de los apóstoles,
de los que lloran, de los lejanos:
enséñanos a seguir a tu Hijo
cargando la propia Cruz;
y que abrazando al hermano,
aprendamos a entregar la vida
como lo hizo Jesús.
Amén.