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Por: Pbro. Javier Klajner
Para este domingo, les comparto algunas ideas:
Estamos meditando el sermón de la montaña, luego de las bienaventuranzas (Mt 5,1-12) que no rezamos la semana pasada porque estuvo la fiesta de la Presentación.
En el discurso Jesús luego de señalar el camino de la felicidad nos propone dos imágenes: ser sal de la tierra y luz del mundo.
La sal da gusto, era un modo de pago (de allí salario) y mantenía la comida (no había heladera). Tenía en ese tiempo un valor inmenso, por eso la preocupación: ¿y si pierde sabor?
La luz es la otra imagen. Luz en lo alto que no debe ser ocultada, que de nada sirve si esta debajo.
Hoy hay mucha luz, que a veces encandila. La sencilla luz de una vela a veces es el camino para empezar a adaptar los ojos para ver en el mundo oscuro. Muchas veces tengo la sensación de que hay tanta luz para que no veamos nada, hay tanta imagen que no hace que disfrutemos lo simple, que hay mucha luz para que también haya mucha sombra.
Jesús nos pide que seamos sal y luz, que demos sabor e iluminemos. Ahí viene nuestro interrogante: ¿Qué tanto salamos e iluminamos?
¡Qué haya luz en tus ojos que iluminen y lleven a todos a alabar y glorificar el Buen Dios!
Por eso te invito a rezar:
Señor Jesús,
te alabo, bendigo y doy gracias
en este nuevo día que me regalas,
te pido la gracia
de ser luz y sal
para los demás.
Abre mi corazón
para recibir tu luz,
que lleguen a los rincones oscuros
de mi ser
y poco a poco salga de las tinieblas
que a veces me envuelven.
Que pueda descubrir
en lo profundo de mi ser
el sabor que le das a mi vida.
Dame sabiduría y valentía
para ser luz de los que me rodean
y sal de los que están desabridos
y necesitados de tu amor,
que hace nuevas todas las cosas.
Dame el deseo grande de vivirlo cada día.
Amen.
Bendecida jornada
P. Javier