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El ejemplo de san Benito en su lucha contra el Mal
En el mes en el que celebramos a san Benito, abad, un hombre que consagró toda su vida a Dios, recordamos que, en la vida de los santos, como en la nuestra, no estamos libres del mal, del Maligno que “anda como león rugiente buscando a quien devorar” (1Pe 5, 8). Es por eso que, contemplando la Medalla de san Benito, recordamos la importancia de invocar a Dios, de confiar en Él, y de cooperar con Él en la lucha contra el Mal y sus muchas formas de manifestación, especialmente las más cotidianas.
Saber invocar a Dios en nuestro día a día requiere un acto de confianza total en Él. Así fue Benito, quien, en su intento por procurar una vida santa para él y sus hermanos, fue víctima de ataques, de muchas tentaciones, del odio y la envidia. El santo se aferró a la cruz de Cristo para ser fiel, y hoy nos invita a elevar la mirada a Dios, ya que sin Él no podemos hacer nada.
San Benito nos enseña a confiar en Dios para llevar la propia cruz, pues él se convirtió en un referente para sus hermanos asumiendo las propias debilidades, reconociendo que no lo podía todo, y que, teniendo a Jesús Crucificado por modelo, llevaría adelante su vida. Esa confianza en la gracia de Dios hizo posible cada milagro, gesto y palabra oportuna para sus hermanos. Así hoy Benito intercede por sus devotos, recordándonos que “la Cruz de Cristo es nuestra luz”.
Si invocamos a Dios, si confiamos en Él en nuestras luchas, hemos de sentir el compromiso de “cooperar” con Él en esa misma lucha contra el Mal, ¿Qué Mal? Aquel que se manifiesta sin tanto espectáculo, de forma muy sutil y dañina en las divisiones, en nuestra capacidad de herirnos, en la indiferencia, los miedos, las distintas formas de corrupción, en el ponernos por encima de los demás y vivir en la mentira de sentirnos jueces del prójimo, etc.
Que san Benito interceda por nosotros, para saber vivir en lo cotidiano, en el trabajo y la oración, la confianza en Dios que nos impulse a decirle: “Aunque camine por senderos oscuros nada temo, porque tú vas conmigo” (Sal 22, 4).
José Miguel Villaverde, SSP
Director Editorial SAN PABLO Paraguay