Noticias

Pastoral Litúrgica
Un Adviento particularmente colorido

Por: Pbro. Augusto Salcedo

Para hacer sensible esta doble preparación de espera —hacia la definitiva Venida del Señor recordando su Nacimiento— la liturgia nos dispone con una serie de elementos preparatorios para la esperada Navidad. De esta forma, en la celebración de la Misa durante el Adviento no se reza el himno del Gloria, los cantos y la música adquieren melodías moderadas y las vestiduras litúrgicas son de color morado; todo esto deja un ambiente más sobrio. Es una manera de expresar nuestra preparación consciente y atenta hacia la Solemnidad de la Navidad, para unirnos luego con gozo y gratitud al canto de los Ángeles en aquella Nochebuena de la historia, mientras nos dejamos deslumbrar por la Luz del mundo que viene a alumbrar un camino muchas veces perdido en las tinieblas.

En el desarrollo de cuatro semanas, en la celebración Domingo a Domingo, nos vamos preparando para la Venida del Señor. En algunas comunidades, y también en nuestros propios hogares, puede prepararse la Corona de Adviento. Se trata de una corona verde, adornada con cuatro velas moradas (o tres moradas y una vela rosa, para destacar el IIIº Domingo del Adviento, Domingo de la Alegría en el Señor).

  • El Iº Domingo del Aviento encenderemos la primer vela morada. Así empezamos la primera de las semanas de este tiempo litúrgico, centrándonos en la venida del Mesías al final de los tiempos. Ante esto, nuestra actitud será la de estar expectantes, atentos, en vela, vigilantes, en una actitud de comprometida conversión y de esperanza, con el corazón puesto en Dios, con la mano tendida hacia los hermanos.
  • Al empezar la segunda semana, ese IIº Domingo encenderemos en la Corona otra vela morada. San Juan Bautista, hijo de Zacarías e Isabel, precursor del Mesías, que tiene la gran misión de «preparar los caminos del Señor», nos ayudará a permanecer vigilantes, bien parados en aquella actitud de permanente conversión que recorre toda nuestra vida cristiana.
  • El IIIº Domingo del Adviento es llamado «Gaudete», que traducido del latín es “gozo”. Esta tercera semana se inaugura con este anuncio anticipado y alegre del Nacimiento del Mesías: ya se acerca la celebración de la Navidad. Encenderemos la tercer vela morada, o una vela rosada para marcar este particular acento alegre en la liturgia.
  • Finalmente, al llegar a la cuarta semana del Adviento se nos señala la venida luminosa del Hijo de Dios: su venida, su nacimiento en medio nuestro, es para salvarnos. ¡Su Luz es de Salvación! La Virgen María junto al bendito San José, en espera del nacimiento del Hijo, ocupan el centro de esta escena gozosa. La espera paciente y ardorosa de la Virgen y San José  es estímulo de nuestra continua esperanza. 

Es oportuno también colocar una vela de color blanco en el centro de la Corona de Adviento, para encenderla en la Nochebuena, en la primera Misa dedicada a la Navidad en la noche del día 24, y también durante todas las Misas del día 25 de diciembre. De modo significativo, esta vela marca así el cierre del Adviento, al mismo tiempo que nos abre hacia la celebración de la Navidad. Luego la Corona debería quitarse y ya no permanecer durante la Octava navideña, pues el signo de este nuevo tiempo litúrgico pasará a ser la imagen del Belén, o del Misterio, con la imagen del Niño Dios que será puesta al alcance de los fieles para su adoración, y que junto al himno del Gloria, el color festivo de los ornamentos sacerdotales, el incienso y las lecturas de la Palabra de Dios, renovarán el ambiento litúrgico con estos acentos alegres y de gratitud porque ha nacido el Emmanuel de la profecía: ¡Dios está con nosotros!