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Por: P. Gilbert Kannikattu, SSP
PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN
Las lecturas de hoy nos enseñan acerca de la perseverancia en la oración con profunda fe y esperanza. También nos hablan de la confiabilidad y la justicia de Dios. Moisés, en la primera lectura y la viuda de la historia del evangelio nos enseñan cómo debemos orar: con fe y perseverancia, en absoluta confianza.
En la primera lectura, Moisés, después de enviar a Josué a luchar contra Amalec, se presenta como hacer una intercesión incansable con constancia para la victoria del ejército de Israel.
En la segunda lectura, san Pablo ordena a Timoteo que persevere en su ministerio, que proclame la palabra de Dios con persistencia en todas las circunstancias y que la utilice para corregir, reprender y apelar con paciencia".
Al presentar la parábola del juez injusto y de la viuda persistente, en el Evangelio de hoy, Jesús hace hincapié en la "necesidad de orar siempre y no perder el corazón". Jesús presenta a la viuda en el Evangelio de hoy como modelo de confianza y tenacidad, con las que sus discípulos han de orar.
Dios no es comparable al juez injusto e insensible, que necesita ser sobornado o forzado por nuestras oraciones persistentes para darnos lo que necesitamos. Jesús nos pide que perseveremos en la oración que abre nuestros corazones y mentes a la gracia de Dios. La oración no busca mover el corazón de Dios por lo que queremos. La oración abre nuestro propio corazón, mente y espíritu a lo que Dios quiere para nosotros.
Dios escucha el clamor del pueblo y responde rápidamente. Dios está con nosotros, incluso antes de que vayamos a suplicarle ayuda. Jesús es la manifestación y la garantía de esa Verdad. En su ministerio, Jesús compartió esta compasión del amor de Dios por sordos, ciegos, enfermos, enfermos mentales, pobres, débiles, despreciados y lisiados, así como por los muertos y los que los lloraban.
Jesús mismo parecía estar abandonado por Dios en la cruz. Dios estaba en Jesús, llevando nuestros pecados y llevando nuestras penas. El mismo Dios está con nosotros, compartiendo la alegría de nuestras risas y sintiendo la agonía y el dolor: Él es nuestro Emmanuel: Dios con nosotros.
La fe es la condición de la reivindicación de Dios de nosotros. Dios nos reivindicará, siempre que estemos atentos y perseverando en la fe. Al orar, demostramos nuestra confianza en que nuestro Dios escucha, se preocupa y actúa. Cuando oramos por algo tan esencial como el "pan diario", estamos haciendo una declaración de fe en la bondad de un Dios amoroso y proveído.
Te comparto algunas ideas para nuestra práctica de la perseverancia en la oración:
1) Necesitamos tener oraciones formales y oraciones personales: las oraciones formales, memorizadas y litúrgicas deben ir junto con las oraciones personales - hablar con Dios en nuestras propias palabras, alabarlo, agradecerle y presentando nuestras necesidades ante El.
Esto nos ayudará a llevar a Dios todos nuestros éxitos y fracasos, alegrías y penas, altibajos en la oración. Junto con las oraciones formales y memorizadas, este tipo de vida de oración nos permite orar siempre y orar con constancia y perseverancia confiada. Es ideal que empecemos nuestras oraciones leyendo de la Biblia, especialmente los Salmos y los Evangelios.
2) No debemos esperar conseguir “todo lo que queramos”. Esta parábola no sugiere que Dios escriba un cheque en blanco, garantizando lo que queramos, cuando lo queramos y en la forma que pidamos. Dios sabe qué dar, cuándo dar y cómo darlo. Sólo Él sabe lo que es bueno para nosotros a largo plazo. Es por eso que Jesús dice que nunca debemos desanimarnos en la oración. En cambio, tenemos que dejar la respuesta a la decisión de Dios diciendo, como lo hizo en Getsemaní, "Si es tu voluntad...".
3) Para hacer que nuestras oraciones sean efectivas, no tenemos que “regañar” a Dios. La parábola nos enseña que nuestras oraciones no cambian la voluntad de Dios. En cambio, ponen nuestra mente, voluntad y corazón en línea con sus propósitos. La oración persistente es una comunión constante con Dios. La oración sincera y persistente nos dispone para aceptar su Voluntad.
Monseñor Timothy Dolan observa que la oración debe llegar a ser como comer y respirar. Tenemos que comer todos los días, no abastecernos de comida el lunes, y luego descansar durante la semana (¡!). ¿O tomamos diez respiraciones profundas y decimos, "Bien, eso es suficiente por un tiempo, no tendré que respirar por un par de horas?"
La oración sincera y persistente con una fe fuerte, nos hace disponibles a su Voluntad incluso en nuestros momentos difíciles y turbulentos. Que Dios nos dé la gracia de discernir su voluntad con oraciones persistentes y nos acreciente la fe para seguir nuestro camino cristiano, camino de santidad.
John Gilbert, SSP