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Reflexión-Oración
Toma, Señor, mi bruma

Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP

Es distinta la ciudad de Asunción cuando no está soleada, vemos las cosas de manera distinta, los edificios oscurecen, muchos pierden la belleza habitual, y, aunque el calor cesa, nos queda la nostalgia de los días soleados, donde con la familia nos sentamos a tomar tereré y hablar de la vida.

Así como todo cambia cuando está nublado, en nosotros puede ocurrir que nos sentimos envueltos en una bruma, en una niebla que oscurece lo que antes era más claro… ¿Qué hacer? Hoy nos dan tandas opciones, muchas de ellas tan superficiales. Hoy te pido que, conmigo le ofrezcamos juntos al Señor que tome nuestra bruma, este trance inesperado, que intenta detenernos, paralizarnos… ¡En Él confiamos!

 

        Aquello que no comprendo, lo que no veo claro, lo que me deja sin palabras, con esa sensación extraña de soledad, de silencio que estremece, incertidumbres y preguntas sin respuesta: mi bruma.

        Recíbela, Maestro, toma, Señor mi bruma, ¡En vos he puesto mi confianza!

        Esa bruma que acapara mis pensamientos, esa bruma que golpea mi voluntad, esa bruma que deja mi corazón sin rumbo.

        Y escucho tu voz, tenue en medio de la bruma: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados”.

        Y yo, con mi pobre fe, levantando mis manos te vuelvo a decir: “Recibe, Señor, mi bruma… sos mi luz y salvación, ¿A quién temeré?”