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Año de la Eucaristía
EUCARISTÍA E IGLESIA - El Pre-Congreso Parroquial

Por: Mons. Edmundo Valenzuela, SDB

 

¡Misterio de la fe! Proclama el sacerdote después de la consagración. La palabra “misterio” aquí significa que se manifiesta algo que estaba oculto y ahora se hace comprensible mediante los signos. El primer signo de la eucaristía es la Iglesia. El Espíritu Santo en Pentecostés la constituyó como Pueblo de Dios para que el anuncio y el testimonio de Cristo Nuestro Señor se difunda por toda la tierra.

“La Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia”. La Iglesia se realiza plenamente como cuerpo de Cristo cuando celebra la eucaristía; deja de tener esa plenitud hasta que vuelva a celebrarla. Cuando después de la consagración exclamamos “…esperando tu venida gloriosa” nos referimos al fin de los tiempos, entonces será el Cuerpo de manera permanente. Por otra parte, sabemos que Cristo nunca puede separarse de la Iglesia. La eucaristía no sólo es conmemoración de la muerte y resurrección del Señor, sino se la entiende plenamente como Cristo total, al fin de los tiempos. Hacemos memoria del pasado, la actualizamos en el presente y anunciamos la victoria total del Cuerpo de Cristo al fin de la historia humana.

Además, en este tiempo de “Laudato Sí” descubrimos a la eucaristía como ofrecimiento de toda la creación. En el pan y el vino y en los objetos que acompañan la eucaristía se encuentran los signos de la creación como también del trabajo del hombre. Por supuesto, el sacrificio que supone el trabajo del hombre se inserta en el sacrificio eucarístico. De modo que Palabra y Sacramento actualiza el sacrificio único del Señor Jesús.

El Espíritu Santo es el protagonista de la eucaristía, ya que congrega al Pueblo de Dios haciendo vivía y vivificadora la carne del Señor. La liturgia eucarística no es sólo la del sacerdote, sino de toda la Asamblea (LG 26 y cf. PO 2). La eucaristía celebrada por el Obispo es una manifestación privilegiada de la Iglesia.

Nuestro Pre congreso eucarístico parroquial realizado los días 29 y 30 de mayo nos ayudó a profundizar la relación entre Iglesia y eucaristía. Así se incluye sus características esenciales, la eucaristía como sacrificio y sacramento como banquete eucarístico. En la eucaristía se tiene la relación entre lo visible con lo invisible, lo divino con lo humano, lo carismático con lo institucional, además integra en toda celebración la visión trinitaria y pneumatológica (espiritual) de la Iglesia. De esta manera se evidencia la eucaristía como “comunión” en la confesión de la fe y del servicio.

Es la Iglesia la que da extensión y difusión a lo largo y ancho del mundo, a la eucaristía. El sacerdocio ministerial unido al sacerdocio común de los fieles constituye una realidad muy rica e integradora de cómo los fieles y el sacerdote están en comunión y al servicio de la vida.

Aprovechemos estos encuentros para dar gracias a Dios por la Iglesia que hace la eucaristía y por la eucaristía que hace a la Iglesia.