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Pastoral Litúrgica
El Ordinario de la Misa (Parte 1)

Por: Pbro. Augusto Salcedo

Se llama «Ordinario de la Misa» a la estructura esencial de la celebración eucarística. Está contenido en el Misal y también puede conseguirse como una separata o librillo. El Ordinario se compone de dos grandes partes: Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía, que conforman un solo acto de culto, una misma y única celebración, introducida por los Ritos iniciales y finalizada en los Ritos conclusivos. A continuación, algunas precisiones importantes para la reflexión y para tener en cuenta en la celebración.

 

Saludo inicial: El sacerdote que preside la celebración eucarística saluda al pueblo congregado, pues la asamblea es Presencia de Cristo, que responde: Y con tu espíritu. El Misal contiene varios tipos de saludos, también según el Tiempo litúrgico. A lo largo de la celebración de la Misa hay otros saludos más:

- En la Liturgia de la Palabra, antes de leer el Evangelio. Presencia de Cristo en su Palabra y en la predicación u homilía del sacerdote.

- En la Liturgia de la Eucaristía, luego de presentar las ofrendas de pan y vino, al iniciar la Plegaria Eucarística con el prefacio (diálogo asamblea-sacerdote y Santo). Presencia de Cristo en el corazón de la celebración: pues se hará presente sacramentalmente, Cuerpo-Sangre.

- En los Ritos conclusivos, antes de la Bendición final y del envío. Presencia de Cristo en la misión, prolongación de la liturgia (Fe celebrada) en la vida cotidiana.

La Profesión de Fe: Luego de escuchar la Palabra y meditarla, los Domingos y en algunas otras Solemnidades rezamos el Credo. El Ordinario de la Misa sugiere dos formas de Profesión de Fe: Credo niceno-constantinopolitano (o largo) que puede rezarse de ordinario, y el Credo apostólico (o corto) que puede rezarse durante la Cuaresma-Pascua por ser tradicionalmente el Símbolo o Profesión de Fe bautismal de la Liturgia romana. / Dos actitudes corporales a tener en cuenta: actitud orante, atento a lo que estoy rezando (con las manos juntas, erguido), y la inclinación profunda (de cuerpo) al pronunciar las palabras que correspondan al misterio de la Encarnación.

 

Sursum corda!

¡Levantemos el corazón!

 

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El Pbro. Augusto Salcedo es sacerdote de la Arquidiócesis de Tucumán, Argentina. En la actualidad, lleva a cabo la Licenciatura en Teología Litúrgica, en la Universidad de San Dámaso de España.