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¿CUÁN CERCA DE DIOS ESTAMOS?

Por: P. Denis Báez Romero, SDB

 

Muchas opiniones surgen, después de la epidemia del “COVID-19”. El cuestionamiento más frecuente podría ser: ¿Cómo estamos con Dios? ¿Cuán cerca estamos de Él? ¿Será que no le estamos arrinconando a Dios? ¿Será que no es una llamada de atención que nos hace el Señor para acercarnos más a Él? Nos deja mucho que pensar… pero les traigo una pequeña reflexión para que tengamos en cuenta y nos acerquemos siempre a nuestro creador. Principalmente con nuestra oración personal y familiar.

La cercanía de Dios, para nuestro tiempo, no parece tan significativa como en otros tiempos. Pero somos seres que buscamos al Trascendente, por eso, necesitamos conectarnos con el más allá.  Muchas veces, como seres limitados, borramos de nuestra vida la presencia de lo Sagrado. 

Principalmente, nos olvidamos de Dios cuando todo transcurre normalmente en nuestra vida ordinaria. Sin embargo, cuando la vida nos pone frente a una situación límite, cuando tocamos fondo, cuando surgen las dificultades, nos transformamos y hacemos el esfuerzo de superar los dolores, los resentimientos y las heridas.

A mí personalmente me cuestiona existencialmente cuando alguien me dice: “Reza por mí, vos qué estás más cerca de Dios”. ¿Por qué la gente me pide eso?: Es la cosa más difícil por el compromiso que uno está asumiendo en su vida, y también será lo más importante: porque me dejará vincularme con el Trascendente por medio de la oración.

Los mismos sacerdotes en muchas situaciones estamos pasando por muchos sufrimientos. Somos capaces de desafiar diversas facetas de los sufrimientos interiores y biológicos que están ocultos a la vista de la gente. A veces, o perdemos el asombro por Jesús o no sabemos transmitir ese amor a los feligreses.

La respuesta al pedido de la gente para que recemos por ellos podemos caracterizar de la siguiente forma:

La gente pide que la oración del sacerdote resplandezca por su belleza, por el cuidado que le brinda a la gente, por la gracia que transmite, para que descubran ellos a una persona orante, por eso necesitan de nuestra oración.

Porque intuyen que una persona que ha elegido un estado de vida consagrada, más aún un sacerdote, ha elegido vivir en estado de gracia constante. Y, también, tienen la idea de la cercanía no hace referencia a ser perfecto sino a estar en sintonía con la voluntad del Padre. Al menos, mejor que quienes no se ocupan de su vida espiritual. Es comprometedor, sí, totalmente. Pero les toca a los sacerdotes educar a la gente y decirle: todos podemos estar cerca de Dios.

La gente espera, que el sacerdote se comprometa, y al bendecir a las personas, las personas caminan más seguras, porque encuentran esperanza en sus oraciones.

Las personas piden la oración por ellos, porque creen que, a través de la oración, los sacerdotes tienen un contacto más directo con Dios. Se imaginan que la forma de orar abre un portal directo al cielo. Otros piden porque sienten que no están preparados espiritualmente o que su fe no es suficiente como para tener esa "conexión" con Dios. Van al sacerdote que está con la fe más "reforzada".

Puede ser también que muchas veces las personas no se sientan dignas o no crean merecer algo que están necesitando, entonces recurren a personas que ellos creen que sí son merecedoras de ser escuchadas. Por otra parte, puede ser porque la gente es tan perezosa que prefiere pedir que recen por ellos en vez de doblar sus rodillas y suplicar ellos mismos por la salvación de su alma.

Algunas personas piden que oremos o recemos por ellos, primero porque inspiramos confianza y demostramos testimonio de vida cristiana, pero no por el hecho que pida uno, deberíamos sentirnos más cerca de Dios. Como cristianos es nuestro deber rezar los unos por los otros. 

Sin embargo, para otros, cuando pide que se interceda o se le ayude es para que pueda fortalecer su fe. No para que el otro acorte la distancia con Dios. Dicen que uno mismo crea su propio acercamiento a Dios, que el acercamiento para sí, cada uno lo debe realizar.

En los momentos difíciles de la vida, en los momentos límites, en los de desesperación, los de impotencia, en los momentos de sentir que no saben, ni pueden remediar los problemas, entonces se buscan lo espiritual y abstracto y recurren a la oración del sacerdote.

Otros se creen autosuficientes y explican por medio de imágenes: cómo uno quiere andar en patín y no puede; el patín solamente uno se lo calza, no otro por ti. Porque entonces haría todo lo contrario, para que me libere y actúe como salvavidas. Solamente pueden acompañar para fortalecer o guiar, no para acercar ni salvar.

La oración del sacerdote sería como el chaleco de salvavidas; pero uno debe procurar nadar para salir del agua a salvo. La fe, la creencia y las acciones serán la fuerza motriz para nadar; lo nuestro, es un complemento para ser salvo.  Lo mismo uno debe procurar para salvarse, caso contrario: nadie se salva. Piden para que fortalezcas su creencia, que los acompañes en su fe, que seas su bastón en un camino lleno de pozos y pedregullos.

 

Reflexiones del P. Báez en las redes sociales: https://www.facebook.com/pg/Para-estar-con-%C3%89l-102423581266064/photos/?ref=page_internal