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Por: Equipo Editorial
ESQUEMA V
SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS.
Experiencia de fe de la mujer samaritana
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Preparativos:
- Jarra grande con agua y vasos para los participantes.
- Frases bíblicas escritas en pequeños papeles que puedan ser doblados con frases sobre el amor de Dios. Aquí algunas, podrían hacerse más.
- Tú eres mi hijo amado, el predilecto (Mc 1, 11)
- Mira cómo te tengo grabada en la palma de mi mano (Is 49, 16)
- Con amor eterno te he amado, por eso prolongaré mi cariño hacia ti (Jer 31, 3)
- Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré (Mt 11, 28)
- Saludo Inicial
G: El Señor está con todos nosotros.
T: Él está en medio de nosotros.
G: Hermanos y hermanas: Nuestro Padre Dios acude a nosotros en todo momento para ofrecernos vida, para renovarnos y hacernos gozar del don de estar con Él. En su mismo Hijo Jesús tenemos al Don de Dios, que nos sacia de nuestra sed, que nos hace nacer de nuevo, según el Espíritu. A este Jesús, don de Dios, abramos el corazón para disponernos a la reconciliación sacramental.
Con la mente, la voluntad y el corazón puestos en Jesús, nuestro Divino Maestro, escuchémosle en la proclamación del Evangelio.
Leer Jn 3, 6-29
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1. Examen de conciencia – Deja tu cántaro, recuerda lo que has vivido.
G: Vienes a nosotros, Jesús, en lo cotidiano de nuestras vidas…no nos pones condiciones, no esperas que vayamos a ti, tú entras a lo profundo de nosotros no para juzgar, sino para sanar y salvar. Como la Samaritana, queremos reconocer todo lo que ha sido nuestra vida hasta el momento, dejar nuestro cántaro, abrirnos a tu presencia.
Mientras se hace el examen de conciencia, puede utilizarse música instrumental que ayude al clima orante.
G: Porque muchas veces has venido a mí, pidiéndome de beber, pidiendo que te abra el corazón y no te hice caso.
T: Ten piedad de mí, Jesús, don de Dios.
G: Porque en mis hermanos, tú mismo te has hecho presente, haciéndote necesitado de mí y yo, sin embargo, estuve más atento a pensar en mí.
T: Ten piedad de mí, Jesús, don de Dios.
G: Porque di la espalda a las verdaderas necesidades de mi corazón y fui en busca de felicidad, pero fuera de ti, poniendo como centro mis egoísmos, mis esclavitudes, mis culpas, mis afectos desordenados.
T: Ten piedad de mí, Jesús, don de Dios.
La mirada de Dios
G: Hermanos en Cristo: Muchas veces nos hemos dañado demasiado con nuestras culpas, hemos golpeado nuestro corazón con el juicio de los demás, nos hemos etiquetado como los peores, incluso nosotros mismos nos rebajamos y señalamos. Sólo la mirada de Dios sabe quiénes somos, sólo su mirada de amor transforma, perdona, sana. A esta mirada acojámonos para ser partícipes de su misericordia.
Mírame tú, Jesús de Nazaret
(B. González Buelta)
Que yo sienta posarse sobre mí
tu mirada libre,
sin esclavitud de sinagoga,
sin exigencias que me ignoren,
sin la distancia que congela,
sin la codicia que me compre.
Que tu mirada se pose en mis sentidos,
Y se filtre hasta los rincones inaccesibles
donde te espera mi yo desconocido,
sembrado por ti desde mi inicio,
Y germine mi futuro
rompiendo en silencio
con el verde de sus hojas
la tierra machacada que me sepulta
y que me nutre.
Déjame entrar dentro de ti,
para mirarme desde ti,
y sentir que se disuelven,
tantas miradas propias y ajenas
Que me deforman y me rompen. Amén.
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2. Dolor de corazón – Reconoce que el Señor te guiará porque te ama
G: Entra en oración con Jesús, dile cómo te sientes, cómo ha transcurrido este tiempo sin él. Él es el Mesías, el Salvador del mundo y de tu propia vida…déjalo irrumpir en ti (Momento de silencio orante).
Irrumpe en mí, Jesús
Jesús, Maestro Divino, que con profundo amor y delicadeza irrumpiste en el corazón de la samaritana para salvarla. Yo te pido humildemente hagas lo mismo conmigo: entra a lo más profundo de mí.
Irrumpe sobre mi mente…vacíala te todo aquello que me imposibilite amar, llénala de tu prudencia, de tu sagacidad para cumplir la voluntad del Padre, ilumínala para que camine en tus sendas.
Irrumpe sobre mi voluntad…hazla recia, más fuerte para llevar con valentía la cruz, para no ceder ante la tentación y así ser verdadero testigo tuyo.
Irrumpe sobre mi corazón…conságralo a ti, sé tú la única fuente de sus alegrías. Aleja de mí todo afecto que vaya en contra del amor a ti y a mis hermanos y así, como tú, que aprenda a amar hasta dar la vida, con un amor con obras más que con palabras.
A ti me abandono, Divino Maestro, consciente de mi pequeñez y de tu grandeza, sé tú la roca de mi refugio, el baluarte donde esté a salvo. Amén.
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3. Propósito de enmienda – Él te levantará.
G: Sabiendo que sin Dios nada podemos, que Cristo es la vid y nosotros los sarmientos, hagamos nuestro propósito de enmienda. No estamos solos, Él nos dará el agua de vida para el duro caminar.
Toma mis manos débiles
Jesús, solamente llevo conmigo un cántaro
y en él lo poco que tengo, lo poco que soy.
Todo cuanto hay de bello en mí es tuyo,
no permitas que me aparte de ti.
Toma mis manos débiles
que solo contigo se hacen verdaderamente fuertes.
Haz de mí lo que quieras;
mas no permitas que me aparte de ti.
Me pides de beber y yo no tengo
más que un cántaro y dos manos débiles.
Te doy mi corazón entero,
no permitas que me aparte de ti. Amén.
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4. Confesión
G: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías el agua viva” le dice Jesús a la Samaritana. Aquella alegría de la que ella fue partícipe hoy se nos ofrece a nosotros en el sacramento de la Reconciliación. Acerquémonos de manera ordenada a los confesionarios.
Oración de la samaritana
Aquel día me miraste, Jesús de Nazaret,
sabías quién era, no podía ocultarme ante ti.
Señor mi alma estaba herida y en el atardecer te sentaste a mi lado,
cuando para nadie yo valía, tú incluso me pediste de beber.
El don de Dios yo conocí al mediodía de mi vida,
eras tú mismo Jesús de Nazaret.
En ti yo pongo, oh Maestro, la vida misma,
quédate a mi lado, pues tú calmas nuestra sed. Amén.
Terminada la confesión, el guía dará al participante un vaso con agua, la cual verterá en la jarra grande que al final se bendecirá y con la que se asperjará a todos. Se les entregará también la frase bíblica doblada para su oración en casa.
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5. Acción de gracias - Compromiso
G: Desde el día de nuestro Bautismo, hemos sido bendecidos con el aguda de vida que brota del costado abierto de Cristo. Cómo no agradecer la alegría de sentirnos perdonados y de haber renacido una vez más a la vida en el Espíritu. Juntos, alabemos al Padre, por su Hijo Jesucristo.
G: Padre de bondad, que hoy, mediante el sacramento de la reconciliación nos has renovado tu amor eterno.
R/. Bendito seas, Señor, por tus dones.
G: Padre de bondad, que, con un amor hasta el extremo, entregaste a tu propio Hijo para nuestra salvación. R/.
G: Padre de bondad, que envías tu Santo Espíritu para hacer nacer en nosotros un corazón nuevo. R/.
G: Padre de bondad, que nos has reunido aquí para celebrar la grandeza de tu misericordia. R/.
G: Porque tu promesa supera a tu fama.
R/. Anunciaré a mis hermanos lo que has hecho conmigo.
G: Porque en ti, Jesús, encontré el don de Dios que es capaz de saciar mi sed de eterna felicidad. R/.
G: Porque en ti, Jesús, yo encuentro el Camino, la Verdad y la Vida. R/.
G: Porque en ti, Jesús, tengo yo al Pastor que da la vida por mí, al Maestro Divino que me lleva al Padre. R/.
- Momento final
G: Juntos, hermanos, oremos al Padre común y dador de vida, con las palabras que el mismo Cristo nos enseñó: Padrenuestro…
(Terminado el Padrenuestro) G: Intercambiemos un signo de paz.
G: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
T: Amén.