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Reflexiones peregrinas
Primera Misa

Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP

Es la primera Misa de Juan, un silencio sagrado invade todo. Ha concluido el canto del Santo y, ante los ojos expectantes de los presentes, ha tomado el pan. Sus manos algo temblorosas sostienen la hostia. El asombro de sus ojos lo dice todo: ¡Ha llegado el momento! Atrás quedan los años de estudio de Teología, comienza el camino a Jerusalén... 

¿Qué aconteció en estos años? ¿Qué hizo más profunda su mirada? ¿Qué fue colmando la alegría de su corazón? En medio de todo una santa paz, puedo percibir que entre aquel ser humano y Dios hay un diálogo en el preciso momento de ponerse la estola y la casulla. No queda más que decir que por aquí pasó Dios.

Sus hermanos sacerdotes lo acompañan, se acercan con él al Altar. Aunados en el único sacerdocio de Cristo, extienden sus manos. Dichas las palabras, el Espíritu lo ha hecho posible: Cristo está realmente presente.

Al terminar la Misa, los fieles, en fila, juntan sus manos para la bendición. Sin darse cuenta, mientras bendice, Juan es bendecido por el Santo Pueblo de Dios. 

Ahora, a imagen de Jesús Verdad, será maestro de su Pueblo, con las palabras, con el ejemplo...

a imagen de Jesús Camino, será pastor, para guiarlos hacia Dios...

a imagen de Jesús Vida, es sacerdote, para ser presencia, pan partido, bendición y encuentro.