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Por: JuanJo Telmo
Es casi mediodía en la oficina, no paré desde que me senté y encendí el computador. Anoche tuve un examen final difícil. Ahora queda el consuelo de un buen tereré. Esta vez no debajo del mango, pero sí bajo la tranquilidad de haber rendido un buen examen. Ojeo la “Liturgia Cotidiana” y me quedo con algunas palabras…
CONSUELO: Esta palabra es la que me quedó resonando en la cabeza después del leer las lecturas que en el Adviento nos propone la Liturgia.
Y me tocó bastante, porque después de un largo semestre, hoy culminó con mi último examen en la facultad, y es que en todo este tiempo he sentido un gran consuelo: el Señor me estuvo acompañando, dando fuerzas durante todo este tiempo académico y personal, que puedo decir “me costó un Perú”.
Al profundizar en las lecturas, puedo comprobar que el Señor me consuela con su Palabra, con su evangelio; me consuela también a través de mis amigos, de mi misma comunidad, ¡Con Él me siento tan acompañado y consolado!
Él, como Buen Pastor, está también preocupándose por todos nosotros, que somos parte de su rebaño, buscando que volvamos a Él. Dependerá de nosotros dejarnos "encontrar" y "consolar" por el Amigo que ya llega, que invita a los suyos a anunciar la presencia de Dios en medio de su Pueblo, que nos anima, a consolarnos unos a otros… ¡Él está cerca!