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Por: P. Miguel Fritz, OMI
Piet Jacobus Shaw nació el 6 de septiembre 1925 en Bélgica, en una familia que le transmitió el amor a Jesucristo y su madre María. Desde su niñez, Piet quiso ser sacerdote. Con 20 años ingresó en la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada con el deseo de ser misionero. Pocos meses después de su ordenación sacerdotal el 30 de setiembre 1951, el joven sacerdote recibió su obediencia para el “Pilcomayo”, como se conocía la misión en el Chaco, que Oblatos alemanes habían comenzado 25 años antes.
Sólo 2 años después de haber sido elevado a Vicariato, el P. Shaw comenzó a trabar en la zona del Bajo Chaco. Como aprendió bien el guaraní e intentó de vestirse y vivir como la gente humilde de la región, ellos lo llamaban cariñosamente “Pa’i Puku”, ya que medía más de 2 metros. Durante semanas solía hacer giras a caballo y “cachepé”, procurando de llegar a cada rancho.
Pronto fue conocido entre los pobladores, estancieros, militares e indígenas, celebrando diariamente la santa misa, buscando muchos medios para hacer participar a la gente. El padre Olegario, quien lo ha conocido, juzga: “Los dos ejes de su piedad y de su pastoral son la Eucaristía y María”. Impresionado por la falta de formación religiosa como escolar de los pobladores, buscó maneras de remediarlo. Frutos son un gran internado, hoy conocido como “Escuela Pa’i Puku” en el km 156 de la Ruta Transchaco. Como también la “Radio Pa’i Puku”, con la cual él había soñado, para enseñar “la belleza de nuestra religión” a todos los rincones del Gran Chaco.
Su transmisión dominical de la Misa le hubiera llenado de felicidad. Una docena de lugares y empresas que llevan su nombre, demuestran el gran aprecio que perdura en la memoria de la gente. Respondiendo a esta devoción, desde 2010 se están realizando pasos para abrir un proceso de beatificación del gran misionero Pa’i Puku, quien fue obispo del Vicariato apostólico de Pilcomayo desde 1980 hasta 1984, cuando un trágico accidente le quitó la vida.