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Santidad en el Paraguay
¿QUÉ HARÍA EL PADRE JULIO?

Por: Lorenzo Torres/Hno. J. Miguel Villaverde, SSP

 

En los momentos más duros, Dios suscita hombres y mujeres de bien, cuya vida y mensaje traspasan las barreras del tiempo. La santidad de Dios en sus servidores, nos impulsa a la reflexión, a tratar de imaginar lo que harían hoy, ya que ellos respondieron con generosidad al llamado en su tiempo, en su contexto, en el lugar donde Dios los quería, allí mismo.

Así se presenta ante nosotros la figura del Siervo de Dios Padre Julio César Duarte Ortellado (Caazapá, 1906-Ybycuí, 1943), sacerdote e hijo de nuestras tierras paraguayas. El Pa’i Julio César, hombre virtuoso en todos los sentidos, tanto en su dimensión humana como en su ministerio sacerdotal y su apostolado entre su pueblo. En la dimensión humana, este hombre de Dios tenía un carácter firme, modesto, prudente, paciente, optimista y patriota. En su ministerio sacerdotal, estaba favorecido por la gracia divina con un temperamento profundamente místico, amor y devoción a la eucaristía y profunda veneración a la Santísima Virgen María. Decía a su amada madre: “De nada me servirá ser sabio y predicar bien y ser aplaudido por la gente, si no soy santo. El sacerdote, madre mía, es y debe ser otro Cristo”.

Así, viviendo completamente su humanidad y ministerialidad, ejerció su apostolado consciente de las necesidades de su tiempo en un momento en que había que comprometerse fuertemente para hacer resurgir la Patria desde los escombros. En su gran versatilidad, lo vemos confesando, visitando enfermos, llevando adelante numerosas iniciativas en favor de la promoción humana y religiosa de su sociedad. Así, lo vemos también al frente de la construcción del hospital de Ybicuí, plasmando en ello una fuerte dedicación a los enfermos, entre los que supo reconocer el rostro de Cristo sufriente.

En un contexto como el actual, sin duda necesitamos de hombres de Dios como el Pa’i Julio, con la mirada fija en Cristo, amar como Él, ayudar como Él, dar como Él y servir como Él. El Siervo de Dios comprendió y vivió a cabalidad las bienaventuranzas del Señor, las que vivió radicalmente como hombre, como paraguayo, como sacerdote según el corazón de Cristo. En una carta escrita -el 13 de julio de 1927- desde Roma a su querido papá, hace esta sublime declaración: “Lo poco que tengo será para mis hermanos. Partiré mi pan, cortaré mi ropa, más aún, moriré de hambre y me quedaré sin manta, si ellos se encuentran en la miseria. Pero, sobre todo, les daré el alma, les daré la vida, la vida que no muere”.

Con su ejemplo, preguntémonos nosotros: ¿Qué haría el Pa’i Julio en un tiempo de emergencia como el de este 2020? ¿Qué haría Cristo en mi lugar?

 

*Lorenzo Justiniano Torres Azcona es miembro de la “Hermandad del Padre Julio César Duarte Ortellado” de la ciudad de Ybycuí, a quien le agradecemos los informes de la vida del Siervo de Dios.