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Vida que se hace historia
JESÚS TRANSFIGURADO
Por: Ma. Beatriz Ortigoza Maffiodo
*Mención honrosa al mejor relato de la Jornada.
- Caminando entre la gente
- por el Mercado 4
- me sorprendió tu mirada
- cerca ya del mediodía,
- un sábado soleado.
- En medio de tanto gentío,
- vi a un hombre que, sin piernas, caminaba.
- Me dio tanta compasión,
- sentí que no podía pasar de largo
- y busqué algo para darle.
- Se deslizaba tan velozmente
- que se perdió en un instante,
- sentí que debía buscarlo
- para darle una expresión de cariño,
- apenas una migaja.
- Se metió en un estrecho pasillo
- de los miles que hay
- en el submundo del Mercado.
- Yo le seguí y no podía alcanzarle.
- Él, sin piernas, parecía que volaba.
- Le grité «¡Señor!» y se paró en el instante.
- Le pasé lo que tenía, que era poco, era nada,
- con mucho amor, por la compasión que me daba.
- Él fijó en mí sus ojos y me dijo:
- «¡Muchas gracias!».
- Su mirada era tan dulce, me llegó al corazón,
- vi su rostro de ternura
- que me llegaba hasta el alma, sentí que allí estaba Cristo
- y que en su rostro me hablaba.
- Hoy encontré a Jesús en el Mercado,
- en un hombre pobre y sufriente,
- comprendí que está en el pobre,
- en el que sufre, en los que son marginados
- y en cada hermana, hermano
- que pasa a nuestro lado.
- Sentí tanta alegría, a pesar de la pena que me daba.
- En su rostro vi a Jesús, Jesús transfigurado
- que me miraba dulcemente
- con sus ojos color cielo
- que mi corazón traspasaron.
- Le agradecí al Señor por su ternura y regalo.
- Él estaba en ese hermano… ¡yo lo vi!,
- en cómo él me miraba.
- Ya no me importaba nada,
- Comprar ¿para qué? Me encontré con Jesús y solo Él me bastaba.
Katueté, Paraguay.