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Por: P. Boguslaw Zeman, SSP
La palabra “comunicación” no existe en la Biblia, ya que esta deriva con posterioridad de las palabras latinas “communicare” y “communicatio”. De esta misa raíz, sabemos, deriva también el término “communio”, es decir, comunión. Esta palabra, “comunicación”, tan popular hoy, sin embargo da el nombre a una realidad conocida y practicada por el hombre desde el inicio de su existencia, que solo en un cierto momento de la historia ha sido definida con una palabra específica. No será una exageración entonces el poder decir algo sobre la persona de san José en su papel de “hombre de comunicación”, también si, como sabemos, él no dice ni una sola palabra en los Evangelios.
En la “coronita a san José” que se encuentra en el libro de oraciones de la Familia Paulina, existe el fragmento siguiente: “Oh san José, padre adoptivo de Jesús, bendecimos al Señor por tu íntima comunicación con Él (...) lo has amado paternalmente y has recibido amor filial a cambio. Tu fe te hacía adorar en Él al Hijo de Dios encarnado, mientras Él te obedecía, te servía, te escuchaba. Tenías con él dulces conversaciones, comunión de trabajo, grandes penas y dulcísimas consolaciones”.
Para como entendemos hoy la comunicación, existe un claro énfasis sobre su propósito de construir comunión entre las personas. Al mismo tiempo, entonces, ella no es más definida como un mero “intercambio de información”. En este contexto, san José se nos revela como un verdadero maestro de comunicación, que lo ha llevado a construir un verdadero vínculo de amor con María y Jesús.
El beato Santiago Alberione menciona los diálogos de José con Jesús. Parece obvio que esto perteneciera a las prácticas cotidianas de los integrantes de la Sagrada Familia, durante el horario del trabajo, en los momentos tristes, de sufrimiento y en aquellos bellos momentos de consolación.
En una conferencia a los Discípulos del Divino Maestro (Hermanos Paulinos), pronunciada el 16 de marzo de 1960, el Fundador caracteriza la relación de José con Jesús de la siguiente manera: José “tenía una intimidad con Jesús, vivió tantos años con Él, lo alimentó; y mientras que como padre adoptivo tenía derechos legales y morales sobre Él por ser su misión, José era también discípulo de Jesús: lo admiraba, lo escuchaba y lo imitaba. Y precisamente porque Jesús era propiamente su hijo adoptivo, José estaba maravillado por ver en el Hijo de Dios encarnado tanta humildad para obedecer. Y el modo de darle las órdenes y disposiciones, era todo él muy delicado: por una parte el deber de guiar a la Sagrada Familia y, por otra parte, su humildad, que lo mostraba como indigno de tan alta misión.
José era el padre, el maestro y al mismo tiempo el discípulo de Jesús. Le daba órdenes y prescripciones porque, como padre, era una autoridad, pero hace esto de modo siempre delicado. Como discípulo de Jesús, “lo admiraba, lo escuchaba y lo imitaba” y le obedecía. Jesús, por su parte, hace lo mismo con su padre adoptivo. En la comunicación que construía cada día con su hijo, san José fue capaz de hablar y escuchar, y ha sabido llegar a la perfección armonizando entre ellos las actitudes de padre, de maestro y de discípulo, siempre consciente de que Jesús era el Hijo de Dios encarnado.
¿Necesitas otros argumentos para reconocer a san José como un verdadero maestro de comunicación? Con tanto más dedicación, entonces, recemos con las palabras del Fundador, beato Santiago Alberione: “San José, ruega por nosotros, a fin de que podamos alcanzar una gran cercanía con Jesús, y un amor tierno y fuerte hacia Él, sobre la tierra y así poder gozar de Él para siempre en el cielo”.
* El P. Boguslaw Zeman es sacerdote paulino polaco y Director el Centro de Espiritualidad Paulina.