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Por: Hno. José Miguel Villaverde, SSP
Poco o nada podríamos decir en Paraguay si escuchamos el nombre de Alonso de Barzana, sacerdote jesuita, misionero del siglo dieciséis, admirado por el papa Francisco y declarado “Venerable”, con la alegre esperanza de que pronto sea beato y santo. Sin embargo, su presencia también bendijo estas tierras guaraníticas en los primeros siglos de la evangelización. Y es que a veces, sin saberlo, vivimos con gente santa, ¡Y no nos damos cuenta!
El Venerable Padre Alonso de Barzana, de la Compañía de Jesús y español de nacimiento, dedicó su vida a la evangelización, siendo parte del gran grupo de misioneros de la primera hora en territorios que hoy comprenden Argentina, Bolivia, Perú y nuestro Paraguay.
Nació en Belinchón, Cuenca, en 1530, de una familia modesta, que pronto experimentó la pobreza, más aún tras la muerte del padre, cuando Alonso era adolescente. La situación familiar postergó el anhelo del joven de ingresar con los jesuitas. Graduado en Artes y Teología, posteriormente fue ordenado sacerdote diocesano, siendo uno de los mejores discípulos de san Juan de Ávila, patrono del clero español.
Sin embargo, para sus anhelos misioneros, la ciudad le quedaba chica. Alonso ingresó en 1565 a la Compañía de Jesús, motivado en gran parte por la lectura de las cartas de san Francisco Javier, gran misionero jesuita. Durante su formación se preparó integralmente para algún día partir hacia el Nuevo Mundo. Su sueño se hizo realidad cuando, el entonces General de la Compañía, san Francisco de Borja, lo envió con un grupo de jesuitas hacia el Perú.
El entusiasmo maduro de Alonso, lo fue concretizando ya en el barco, dedicándose a aprender el quechua, lengua oficial del otrora Imperio incaico. Una vez en Perú, se dedicó a la labor evangelizadora con los indígenas, llegando a dominar lenguas como el quechua, el aymara y el puquina. Su itinerario en América, se sintetiza así: Perú (1569-1582), Bolivia (1582-1585), Argentina (1585-1591) y finalmente el Paraguay (1591-1597).
Recorrió diversos lugares de la entonces Gobernación del Paraguay, estableciéndose en Asunción. En 1594 escribió al Provincial del Perú una relación donde describe el camino evangelizador en estas tierras, mostrando su gran admiración por la cultura y la lengua guaraní, la cual, según él mismo confiesa, no pudo dominar a la perfección, dada su edad avanzada. Extendió sus labores también entre la región de los calchaquíes y el Gran Chaco. Fue en Asunción donde, muy agotado por sus correrías apostólicas, enfermó. Enterado de ello, el Provincial lo trasladó a Lima, para que pueda recuperarse.
En su camino a Lima, el Padre Alonso se quedó un tiempo en el Cusco, propiamente en el Colegio de la Compañía en esa ciudad, donde entregó su último aliento a Dios en la madrugada del 1 de enero de 1598, con casi 30 años de misión en América Latina, sin dientes, con las vestimentas raídas y la piel oscurecida por el sol, llevando en el corazón a sus hermanos los indios, a quienes podía hablarles en sus lenguas.
En 2015 el papa Francisco animó a los jesuitas a reactivar la causa de beatificación, la cual dio un paso importante en 2017 con el reconocimiento de las virtudes heroicas de Alonso de Barzana. Actualmente se busca fomentar su devoción y así se pueda obtener un milagro por su intercesión, dándole el paso a la ansiada beatificación, la cual sería una bendición para los pueblos hermanos de América Latina, una tierra fértil en santidad y Evangelio.
Página oficial del Venerable Alonso de Barzana: http://padrebarzana.pe/
Vice-Postulador: P. Benjamín Crespo, SJ
Mail: benjamincresposj@gmail.com